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Explotar La Colosa es un mal negocio: ex Ministro de Minas y Energía de Ecuador




Los ibaguereños y tolimenses pueden estar generando una semilla de cambio en las estructuras económicas de nuestros países y enviando un mensaje a Latinoamárica con sus consultas populares mineras, dijo en su visita a la Universidad del Tolima el ex ministro de minas y energía del Ecuador, Alberto Acosta Espinosa, quien además fue presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de esa nación y es uno de los ambientalistas de más renombre de los países andinos.


Desde el foro ambiental cumplido en las instalaciones del alma máter de los tolimenses, Acosta señaló que quienes hoy no están convencidos de votar por el no a la explotación minera en esas jurisdicciones, deben saber que la explotación de oro o la industria extractiva en general es un mal negocio desde donde se le mire.


Según este economista “en caso de la explotación del oro los riesgos son múltiples. Imagínese lo que es mover una cantidad de mil a cuatro mil millones de toneladas de material, es como remover en volumen lo que genera hoy Bogotá en basuras, pero durante 300 millones de años. Y lo que se sacará de allí es evidentemente basura, porque puede que en contacto con el subsuelo no genere un alto impacto, pero en contacto con el aire y el agua el riesgo es enorme por contaminación de ácido de mina. Luego por el material que se sacará o se tratará con cianuro; luego se hará con el dique de cola que según la empresa ocupará por lo menos 400 hectáreas y ponerle una pared enorme para que no se salga eso. Ustedes tendrán que cuidarlo no por unos añitos sino por cientos de años ¿a qué costo? ¿Si se produce una ruptura de ese dique qué pasará con las cuencas hídricas?”.


Eso sin medir los llamados impactos sociales como incrementos de precios, costos más altos de la tierra, en arriendos, materiales, víveres; además de la prostitución, drogadicción y violencias múltiples que una mina atrae, como ya ha sucedido y está registrado en otras partes del mundo, dijo.


Así como lo que se perderá en términos de potencialidad agrícola, turismo, cultura y el costo de pagar por el agua, porque ahora no pagan o pagan poco por su consumo, pero una vez un complejo de este tipo entre en operación el precio del líquido subirá debido al uso, lo mismo que el precio del servicio de energía se disparará en la región.


Para provocar el debate, aseguró que al tomar el volumen de material disponible para explotación en el Cajamarca, donde se calcula hay 28.5 millones de onzas de oro a mil 700 dólares onza, es decir, 48 mil millones de dólares en total, cuánto le quedará al Estado colombiano si las regalías hablan de 4 por ciento sobre ese renglón económico, de lo cual 0.8 por ciento se va para gobernanza, por lo cual queda el 3.2 por ciento. Aseveró que al Estado, exagerando, de todo ese valor le puede quedar 30 por ciento o sea 14 mil millones de dólares, y la mina estará 20 o 25 años operando, por lo cual son menos de 700 millones de dólares al año de ingresos. Y si eso se compara con la cifra oficial del presupuesto del Estado para el año 2016, que es de 72 mil millones de dólares, lo de la mina La Colosa sería menos del 1 por ciento del presupuesto colombiano. Por lo cual, es deber preguntar públicamente cuál es el impacto real en las finanzas públicas para inversión. ¿”Qué es lo que les va a quedar? ¿Cuál es la ilusión del oro? ¿Por qué la gente se deja engañar?”, se preguntó el ex Ministro.


Por eso, reiteró que para el pueblo colombiano y en especial para los ibaguereños y cajamarcunos es un pésimo negocio permitir explotar el oro de La Colosa, no así para algunos políticos, gobernantes regionales e intermediarios que están viendo sus ganancias individuales inmediatas sin un sentido social real.


Reiteró que a veces cuando uno se encuentra totalmente involucrado en un proceso social como el de una consulta popular antiminera, no tiene la capacidad de ver la transcendencia, la gran revolución futura que puede generar, la brecha que puede abrir o la semilla que puede sembrar o conseguir. Lo de Ibagué y Cajamarca se trata de una apuesta por la vida y por construir un país diferente desde las regiones y tal vez de eso no se es consciente aún en el departamento.


Cuestionado si no existe una especie de terror infundado en sus apreciaciones y si no se desconoce lo que aseguran otras voces, respecto a que no se puede dejar tal cantidad de riqueza enterrada en esas montañas de la cordillera cuando el sacarlas podría generar pago de impuestos, regalías, dinámicas económicas distintas en lo local, material para impulsar nuevas tecnologías y demás, aseveró que esa es una mirada incompleta, porque en el planeta la cifra aceptable de utilización de oro con propósitos industriales es de apenas un 10 por ciento de lo que se produce. Se extrae gran cantidad de oro con un enorme impacto en gastos e inversión, así como en lo ambiental, para que solo ese 10 por ciento se utilice en cuestiones industriales, mientras el 90 por ciento se va a joyas que no se necesitan y a las bóvedas de la banca y el sistema financiero para sostener el mercado especulativo.


Por tanto, no es posible bajo ningún punto de vista en una cuestión vital para el planeta, en pleno cambio climático, seguir permitiendo que el material extractivo se convierta en reserva y no en uso real. La reserva debe ser de agua, de páramos, de lagunas, de verde para la vida pero no de un material para especular con la riqueza que concentran unos pocos, aseveró.



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